
Unos iban vestidos con anchos calzones de telas ordinarias y de colores muy vivos, que les llegaban sólo hasta las rodillas y llevaban camisa de otro color, un pañuelo de percal al cuello y un gorro sobre la cabeza, del cual pendía y se agitaba sobre la espalda una especie de cola hecha de filamentos de palma o de fique y teñida también de un color muy vivo. El traje todo estaba adornado de lazos de cinta de diferentes colores, y por complemento llevaban pendientes en los costados varias campanillas y una mucho mayor en la cintura, que, cayendo sobre las caderas, se agitaba con el movimiento del cuerpo y formaba con las demás el acompañamiento del tambor al compás del baile. A estos enmascarados daban el nombre de matachines, y todos llevaban grandes vejigas pendientes de un palo y caretas figurando el rostro de algún animal con cuernos en la frente.
Junio 4 de 1874