
Como faltaban aún cerca de dos horas para anochecer, quise aprovecharlas del mejor modo posible, y me puse a terminar el dibujo del bagre que llevaba empezado, y a hacer otro del paisaje que se ofrecía a nuestra vista hacia la parte del sureste. por donde bajaba el río.
Se nos sirvió como cena la cabeza del pez que se había cogido por la mañana, y la encontramos sumamente exquisita. Después nos recogimos todos a esperar la llegada del alba. Cuando despertábamos se veían los resplandores de nuestra hoguera y la de nuestros vecinos, que la alimentaron más cuidadosamente que nosotros.
Febrero 19 de 1873