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Visita a Rafael Nuñez, en El Cabrero

Gente 1884-01-21 Cartagena, Bolívar, Colombia Tomo XI
Cuando me pareció ya hora oportuna, tomé un coche para ir a visitar, en un sitio de las afueras de la población llamado El Cabrero, al Presidente electo de la república, Doctor Don Rafael Núñez, con quien me unían relaciones de amistad, conservada principalmente en correspondencia literaria y política. El Cabrero es un bello suburbio rodeado del mar, donde, entre cocoteros y otras preciosas plantas tropicales, se levanta una linda casita de recreo de construcción reciente y de elegante forma, de la cual ha hecho su morada habitual el literato, estadista y filósofo llamado a regir por segunda vez los destinos de su patria, entre los aplausos de unos, la repugnancia de otros y la indiferencia de muchos, como sucede siempre que los partidos políticos ocultan los intereses personales de sus afiliados bajo la máscara de otros más sagrados intereses.

El Cabrero
Tomo XI
El Cabrero
1884-01-14
Anónimo
Fotografía sobre papel
13 x 18,8 cm

Recibióme el Doctor Núñez con su habitual cortesanía; conversamos largo rato sobre las necesidades del país y su propósito de cicatrizar en lo posible las profundas llagas de que está afectada Colombia, y honrándome con la manifestación de su deseo de que realizara un próspero viaje y regresara pronto a aquella mi segunda patria.

Por el Doctor Núñez supe la llegada reciente a Cartagena de otro de mis anteriores y buenos amigos, el General Don Alejandro Posada, que acababa de dimitir la cartera de Fomento por las veleidades y conducta poco digna del que ocupaba accidentalmente la Presidencia de la Unión, hombre infausto, cuyo nombre será un baldón eterno para aquella desventurada república. En efecto, el Doctor José Eusebio Otálora, que había ocupado la primera magistratura por puro accidente, hombre ignorante, presuntuoso y de una ambición desmedida, había desquiciado de tal manera todos los ramos de la administración en su provecho propio, que los hombres de dignidad y de convicciones tuvieron que abandonarlo por no participar ante el país de las consecuencias de sus abusos y desafueros, que más tarde hubieron de aglomerar sobre él la tempestad de una acusación parlamentaria, bajo la cual tuvo la fortuna de rendir la existencia, salvándose hasta cierto punto de la deshonra.

Recibióme el Doctor Núñez con su habitual cortesanía; conversamos largo rato sobre las necesidades del país y su propósito de cicatrizar en lo posible las profundas llagas de que está afectada Colombia
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