Correspondencia íntima

Á mi querido amigo de la niñez D. Nicolás Díaz Benjumea

Carta II
Sobre los inconvenientes de la tierra templada 

Hace días te escribí
Con el alma entusiasmada,
Y tan ampuloso fui,
Que habrás dicho para ti:
"Me voy a tierra templada".

Más pasó uno y otro día,
Un mes y otro mes pasó,
Y todo igual subsistía,
Y al fin la monotonía
Por aburrirme acabó.

Los insectos abundaban
De tierra fría y caliente;
Los reptiles me asustaban,
Porque doquier me asechaban
Con su venenoso diente.

Las niguas, bicho fatal,
Mis pobre pies invadieron
Con saña tan infernal,
Que en cada uno establecieron
Una colonia formal.

Mi goce más deseado
Era el sueño a grandes dosis,
Y mi cuerpo demacrado
Estaba ya extenuado
Por la anemia y la clorosis.

Tal era mi situación,
Cuando, al saberla, un amigo
Llegó lleno de aflicción,
Diciendo: -Sin remisión
Ahora te llevo conmigo.

Aún es tiempo todavía.
-¿A dónde llevarme quieres?
Dije con melancolía.
Y él contestó: -¡A tierra fría,
Que aquí te mueres, te mueres!

Con un pie ya en el estribo
Y el alma desencantada,
Estos renglones te escribo.
Salgo más muerto que vivo.
¡Huye de tierra templada!