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Colección de Arte


La muerte del pecador - Pintura

1973

Colección
Número de registro
AP5320
Denominación
Técnica y material
Esmalte sobre lámina metálica
Dimensiones
alto/largo : 94,5 cm
ancho/diam : 120,5 cm
prof/grosor : 18,7 cm
alto/largo : 94,3 cm
ancho/diam : 208,0 cm
prof/grosor : 121,0 cm
Fecha de ingreso a la colección
2013
Descripción
Beatriz González (Bucaramanga, 1938) estudió Bellas Artes en la Universidad de los Andes (1959-1962) y estudió grabado en la Academia Beeldende Kunsten de Rotterdam (1966). Sus obras se encuentran en las colecciones de prestigiosos museos, como el Museo de Arte Moderno (MOMA) de Nueva York. Además de su labor como artista, goza del reconocimiento que se le ha conferido por su gestión y contribución a instituciones como el Museo de Arte Moderno de Bogotá, el Museo Nacional de Colombia y el Banco de la República.

“Cuando pinté esa obra no conocía la obra de Villa. Las fuentes fueron las imágenes populares, las láminas que vendían en la carrera 6 con 11. Las imprimía Gráficas Molinari. El primer mueble lo compré en un almacén que quedaba en la plaza de Los Mártires. Otros los compré en el Pasaje Rivas: la cuna, Beethoven. Muy pocos allí. Descubrimos la fábrica que quedaba en la avenida 68, frente a El Espectador. Ellos solo producían camas, cunas y mesas de noche. Esas camas se llaman camas radio, porque se podía poner el radio en el espaldar. Las mesas de comedor las diseñamos con mi marido y las mandamos hacer allí”. Beatriz González.

En 1973 Beatriz González realizó esta obra, a partir de las láminas religiosas de la buena muerte y la mala muerte, popularizadas desde finales del siglo XIX. La cama actúa como el marco de la pintura, pero, al mismo tiempo, como el objeto que es, permite que los personajes descansen sobre ella en el momento previo a su muerte. González ha sido considerada como una artista pop. Esta asimilación de su obra resulta de los colores planos y alusivos al campo de la publicidad que han caracterizado su pintura. En los 60, la crítica de arte Marta Traba posicionó los muebles de la artista como una de las obras más importantes producidas en América Latina.